Testimonios


«Mucha gente tiene estrés, otros están medio locos por los días que están en el CIE; es brutal estar 60 días en el CIE. No es fácil. De los que vinieron en patera, ninguno ha visto las calles, ni siquiera conocer como son. Es duro. Hay chicos que aún no han contactado con sus familias, eso les hace sentir mal. Algunos no saben qué hacer. Todos se rinden por la vida que tienen en el CIE. Todos piensan en salir de libertad, pero a veces la gente pierde la esperanza de poder salir».

Salma (nombre ficticio), internada en un CIE.


«Acabo de salir del CIE de Madrid. Ha sido una de las experiencias más duras de mi vida. No tener intimidad, pasar frío todo el día, … la misma rutina de sufrimiento, día tras día. A veces hablaba con una abogada que, al menos, me escuchaba y me hacía sentirme persona. Se puede no ser legal, pero se debe poder vivir con dignidad».

Kalei (nombre ficticio), internado en un CIE.


«Llevo cinco años visitando a internos en el CIE. Recuerdo las primeras visitas y el desgarro interior al escuchar estos relatos. La impotencia de no poder hacer nada más que pasarles el brazo por el hombro y acompañarles en su dolor y en su angustia. Pensé que al cabo de un tiempo me acostumbraría y mi dolor se haría más soportable. Reconozco con alegría que no ha sido así. Sigo aprendiendo cada día de ellos, de su fortaleza, de su integridad, de su valentía. El día que no me duela su dolor, creo que habrá llegado el momento de dejarlo».

Ángel, voluntario del Programa CIE de Pueblos Unidos.